Álvaro Mutis cumple 90 años. Es, después de Gabriel
García Márquez, el escritor colombiano con más reconocimiento internacional.
Ganó el Premio Cervantes y el Príncipe de Asturias.
Su historia transcurre entre viajes, libros, fiestas,
amigos famosos, una temporada en la cárcel y una vejez llena de olvidos.
Cuando Álvaro Mutis abrió los ojos por primera vez era el
hijo de un hombre prestante, futuro diplomático, la familia, sin duda, tendría
un porvenir prometedor, pero el recién nacido quizá hubiera preferido aparecer
en España, en una familia predestinada a trabajar para Felipe II.
Como muchos poetas Mutis sentía vivir en la geografía y
el siglo equivocados. Se declaró siempre monárquico, descreía de la democracia
y con más fervor del socialismo. Decía que la democracia había creado un esperpento
insuperable: la burocracia. Siempre se negó a llamar por su nombre bolchevique
las ciudades de Stalingrado y Leningrado.
Como muchos artistas puso su atención en los paraísos
perdidos y los ausentes: su padre murió a la edad de 33 años, cuando Álvaro
Mutis era apenas un niño. Esa pérdida se resarcía en los sueños, cuando el
escritor veía a su padre, otra vez joven, otra vez vivo, entrando a su casa.
Los Mutis vivieron en Europa donde el padre trabajó en el servicio diplomático
colombiano. Del Viejo Continente la familia tuvo que salir a causa de la
guerra. Ese fue su primer paraíso perdido. El segundo fue la finca de la
familia en Coello, el lugar donde pasaban largas vacaciones y que perdieron a
causa de una toma insurgente. En ese lugar el poeta descubrió un escenario
fundamental en su literatura: la tierra caliente. La madera que se pudre en
cuestión de horas, los aguaceros, la vegetación salvaje, los hombre recios, las
mujeres abundantes y sin recato. Todos esos son atributos de Los elementos del
desastre, uno de sus poemarios mejor logrados.
Las pérdidas lo llevaron a ser, en la intimidad, un joven
nostálgico. Consciente de que esa carga de pesar no encajaba en un rostro joven
se le ocurrió crear un personaje mayor, maduro, sin nacionalidad, un marino
capaz de soportar el peso de las ausencias. Ese hombre se llamó Maqroll, ‘el
Gaviero’, un héroe que apareció primero en un poema y luego sería el
protagonista de las novelas de Álvaro Mutis.
Su literatura
El mayor aporte de Mutis a la literatura en español es su
obra poética. Títulos como Los elementos del desastre, Los trabajos perdidos, y
Reseña de los hospitales de ultramar tienen un puesto relevante en las letras
hispanoamericanas. Sin embargo, su fama mundial se debe a sus novelas, la saga
de Maqroll el Gaviero, que comenzó a escribir en 1986, cuando ya era un
jubilado, libre de compromisos y trabajos.
Influenciado por Joseph Conrad, Marcel Proust y otros
grandes nombres de la literatura del siglo XIX, la historia y la poesía, Álvaro
Mutis escribió páginas notables en Un bel morir y La ultima escala del tramp
steamer.
Su obra en general es una reunión de nostalgias y
pérdidas. Amores que no concluyen en nada, viajes donde se pierde dinero y
amigos, una poesía en la que los esfuerzos de los hombres se rinden ante la
superioridad del tiempo y la naturaleza, siempre adversa, como lo testimonia
este fragmento del poema Un bel morir:
“Y
el lechero acudirá en vano por sus botellas vacías. Para entonces quedará bien
poco de nuestra historia, algunos retratos en desorden, unas cartas guardadas
no sé dónde,
lo
dicho aquel día al desnudarte en el campo.
Todo
irá desvaneciéndose en el olvido y el grito de un mono,
el
manar blancuzco de la savia
por
la herida corteza del caucho,
el
chapoteo de las aguas contra la quilla en viaje,
serán
asunto más memorable que nuestros largos
abrazos