Sin embargo, 53 años después de su muerte prematura, en un accidente automovilístico en 1960, la obra de Camus sigue viva, con una vitalidad extraordinaria.
viernes, 6 de septiembre de 2013
CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE ALBERT CAMUS
Albert Camus nació en Argelia el 7 de noviembre de 1913. Su madre era de origen español. Su padre pertenecía a una familia con raíces en Bordeaux, pero radicada por varias generaciones en la entonces colonia francesa. Camus nunca lo conoció, pues cuando este tenía 11 meses de nacido aquel cayó muerto en la batalla de Marne, en la Primera Guerra Mundial.
Había consolidado su fama intelectual como periodista en la clandestinidad, con la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra –editor en jefe de Combat, cargo que conservó tras la liberación hasta 1947–. Ya vivía exiliado en París y había publicado muchos de sus más importantes trabajos: novelas, ensayos y obras teatrales. Pocos años después, en 1952, Hannah Arendt observaba que Camus estaba por encima de cualquier otro intelectual francés. En 1957 ganó el Premio Nobel de Literatura.
Albert Camus es nuestro contemporáneo esencial. A cien años de su nacimiento, seguimos leyéndolo con interés y admiración. Con interés porque sus libros son necesarios para comprender su época, atravesada de guerras e injusticias, y comprender la nuestra que es una inobjetable continuación de la suya. Y con admiración porque la escritura de Camus sobresale por su sobriedad, su elegancia y su profundidad poética.
Pocos escritores como Camus nos han inquietado tanto, más cuando se hace un balance de la historia intelectual de Europa y América Latina del siglo XX. Su pensamiento nos ha incumbido demasiado a la hora de entender esas arduas relaciones entre política y ética, entre rebeldía y revolución, entre solidaridad y exilio, entre escritura y soledad, entre viaje y perplejidad.
Sin embargo, 53 años después de su muerte prematura, en un accidente automovilístico en 1960, la obra de Camus sigue viva, con una vitalidad extraordinaria.
Sin embargo, 53 años después de su muerte prematura, en un accidente automovilístico en 1960, la obra de Camus sigue viva, con una vitalidad extraordinaria.
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