La muerte de Eduardo Galeano y Günter Grass enlutò el mundo de las letras
Escritores laureados, los dos eran comprometidos, de
izquierdas, y grandes defensores de causas desesperadas
Trece de abril no fue martes ni viernes, pero la fecha quedará anclada en la memoria de muchos amantes de la buena literatura y del buen periodismo. Si la muerte de Günter Grass enlutaba el día temprano, más tarde el fallecimiento de Galeano dejaba un regusto hiriente en el paladar de los seguidores de uno y otro. Nefasto día para las letras, aunque siempre queda la palabra escrita, o la grabada.
Figuras fundamentales del siglo XX, intelectuales comprometidos y laureados, maestros indiscutibles en lo suyo, grandes defensores de causas desesperadas, escribieron trabajos perdurables como El tambor de hojalata (G. Grass), Las venas abiertas de América Latina o Memoria del fuego (E. Galeano), por citar solo algunos de los más conocidos.
Además, la faceta crítica de ambos escritores no se
cernía siempre a los demás -o al poder-, y en ocasiones apuntaban a un eje más
íntimo: las contradicciones de uno mismo. Conocida es la polémica que
provocaron las confesiones de Günter Grass en su libro autobiográfico Pelando
la cebolla, donde desvelaba su pasado nazi (algo que ya había adelantado el
diario Frankfurter Allgemeine Zeitung). En el libro relata, entre otras muchas
cosas, su vida como soldado, porque Grass militó en las temidas Waffen-SS, el
ejército de confianza de Hitler, cuando apenas contaba con 17 años.
Aquella espina no ha podido borrar sus muchos años de activa participación política. En los 50, criticó la represión de obreros en la Alemania del Este, ayudó a los socialdemócratas en sus campañas, tras la caída del Muro se opuso a una reunificación apresurada con la antigua RDA, y en 2012 Israel le declaró persona non grata por publicar un poema en el que acusaba al Estado hebreo de poner en peligro la paz mundial.
La voz de Galeano tampoco se apaga con su muerte. Sus
libros y artículos seguirán mostrando una manera lúcida y aguda de desgranar la
realidad. El periodista y escritor uruguayo, curtido en varios exilios y en
infinidad de oficios (obrero, dibujante, pintor, mensajero, mecanógrafo, cajero
de banco...) se afanó por estudiar la historia socio-política de Latinoamérica,
destapando los abusos de poder que ha sufrido el continente en los últimos
cinco siglos.
Ambos han sido testigos y cronistas de su época,
intelectuales incómodos para el poder, y han aportando testimonios, análisis y
opinión; pero, sobre todo, sentido común.
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